Ya se ha dicho antes, las radios comunitarias tienen un espíritu
local. Su mismo nombre nos hace comprender el fuerte vínculo que mantiene con
las grandes mayorías marginadas. Esta relación comenzó en los años setenta donde
la población que demandaba profundos cambios sociales encontró en dicho medio
un espacio propició donde expresarse, un nexo inquebrantable se formó desde
aquella época; fue entonces que comenzó el sueño cumbre de la radio popular: invertir
a la sociedad de tal forma que las grandes mayorías puedan ser respetadas y
tenidas en cuenta en la toma de decisiones.
Algunos pensarían que este sueño ya es trasnochado, pues la era de la globalización ha prometido igualdad y crecimiento para todos. Pero nos hemos dado de bruces con la triste realidad de que esto no es verdad, por el contrario la distancia entre los pobres y los ricos se va acrecentando cada día más, y las voces de protesta se alzan hoy más altas que antes, nuestro país se encuentra oscilando actualmente por dicha razón. La radio entonces tiene un arduo trabajo por hacer. Si la brecha ha crecido, significa que se han generado cambios. Cambios que la radio debe tener en cuenta para hacerles frente.
Esta nueva época tiene como objetivo la democracia (meta porque en la práctica la democracia aún no llega en su plenitud), por lo que la radio deberá emplearse como espacio de diálogo y concertación, al mismo tiempo discutir sobre lo que acontece en el ámbito regional y nacional. Las nuevas luchas sociales abren paso a nuevos actores de la lucha popular, es así que en la actualidad existen distintos e importantes grupos de defensa por la calidad de vida y la defensa de los derechos ciudadanos; los problemas hacen surgir diversas voces que tienen como característica la búsqueda de la construcción de instituciones más democráticas y responsables. Tal vez lo que más desoriente a la radio es el usufructo de la tecnología, pues esta se revela sumamente tentadora y sin embargo podría envolverla en la enmarañada urdimbre del mercantilismo haciéndola perder de a pocos su identidad y razón de ser; para que esto no llegue a suceder la radio debe tener consciencia de los pros y contras que supone la tecnología, encontrando el camino perfecto para poder emplear la tecnología.
Algunos pensarían que este sueño ya es trasnochado, pues la era de la globalización ha prometido igualdad y crecimiento para todos. Pero nos hemos dado de bruces con la triste realidad de que esto no es verdad, por el contrario la distancia entre los pobres y los ricos se va acrecentando cada día más, y las voces de protesta se alzan hoy más altas que antes, nuestro país se encuentra oscilando actualmente por dicha razón. La radio entonces tiene un arduo trabajo por hacer. Si la brecha ha crecido, significa que se han generado cambios. Cambios que la radio debe tener en cuenta para hacerles frente.
Esta nueva época tiene como objetivo la democracia (meta porque en la práctica la democracia aún no llega en su plenitud), por lo que la radio deberá emplearse como espacio de diálogo y concertación, al mismo tiempo discutir sobre lo que acontece en el ámbito regional y nacional. Las nuevas luchas sociales abren paso a nuevos actores de la lucha popular, es así que en la actualidad existen distintos e importantes grupos de defensa por la calidad de vida y la defensa de los derechos ciudadanos; los problemas hacen surgir diversas voces que tienen como característica la búsqueda de la construcción de instituciones más democráticas y responsables. Tal vez lo que más desoriente a la radio es el usufructo de la tecnología, pues esta se revela sumamente tentadora y sin embargo podría envolverla en la enmarañada urdimbre del mercantilismo haciéndola perder de a pocos su identidad y razón de ser; para que esto no llegue a suceder la radio debe tener consciencia de los pros y contras que supone la tecnología, encontrando el camino perfecto para poder emplear la tecnología.
CÓMO CONSTRUIR
PODERES
La radio a lo largo de las décadas ha significado una fuente
de poder, pero un poder no como una formalidad o actitud que represente
autoridad, sino como la capacidad transformadora de la práctica por medio de la
cual unos individuos o instituciones se transforman en sujetos, en
actores que tratan de alterar el orden de lo que se estima injusto y a veces
ilegítimo.
La radio pocas veces confrontó a los grandes actores que
tenían a la radio en sus poderes, bajo su dominio social y política, pocas
veces debatieron abiertamente con los sistemas y las políticas educativas
oficiales, y como premio a eso fue considerada como sitio de aprendizaje, de
producción de saberes propios y colectivos de diversas comunidades. Es entonces
a raíz de este reconocimiento que la radio se afirmó como medio informativo y
poco a poco en abierta confrontación con los medios masivos hegemónicos (solo
en este caso).
La radio tiene numerosos retos, precisa saber cuál es la
información socialmente imprescindible, sin caer en la medianía de la
información social, ya que la radio es vista con la posibilidad de ser empleada
como herramienta para generar conocimientos oportunos, y es como están respaldando
su condición de verdaderas escuelas educativas, con añadidos de conocimientos
alternativos y calificados; las radios son la relación comunicativa, un habla
que exige la escucha, palabras y sonidos que se lanzan buscando aprehensión,
respuesta, deseos, opiniones etc.
Hay una nueva cultura política; a la radio ahora le toca
abrir espacios para el debate y la concertación sobre asuntos de interés
público; pues ya no se pueden resolver conflictos por medio de acciones
violentistas. Estas radios lo que deben hacer es poner nuevos temas en
agendas públicas y discutir los grandes asuntos de su región y de su país.
Apoyar con más ímpetu la idea de que la ciudadanía también puede darle un vuelco
a los problemas o conflictos sociales ya sea por medio propio o valiéndose de
información exterior para debatir grandes temas de interés regional y a escala nacional.
MEDIOS Y PÚBLICOS
La participación del público es hoy en día de carácter fundamental,
en todo medio informativo, pues a través de este se alcanza a saber qué tanta
acogida se está teniendo o qué tan bien están llegando los mensajes a los
oyentes o al público en general. En la actualidad son los medios vía
online los promotores de la mayor interacción entre medios y público,
donde ya no se habla de una comunicación en una sola dirección sino una
comunicación multidireccional. Incluso, esta nueva alternativa en el campo de
los medios genera fuertes corrientes de opinión. Cada nueva forma de hacer vida
mediática está ocupando un sitio importante y paralelo a los medios
tradicionales. En este sentido se puede definir la participación ciudadana como
todas aquellas experiencias que remiten a la intervención de los individuos en
actividades públicas para hacer valer intereses sociales, en este caso su
interés social será recibir información y a la vez ser partícipe de ella
como emisor o como gestor de una determinada opinión. La relación que
debe haber entre público y medio es fundamental, pues los medios de
comunicación sociales son los espacios más adecuados para fomentar la
participación ciudadana o participación cívica.
El vínculo de cualquier ciudadano con la información ya no conoce
de fronteras, las personas se han convertido en agentes permanentes en trance
de recibir información; los medios electrónicos se han convertido en el eje
central de la información. Dejando rezagado a la información en televisión,
pues en radio la situación es distinta, pues la radio aún sigue (en algunos
casos) promoviendo la comunicación participativa para el desarrollo del mundo
social, ya que a pesar de que la radiodifusión se demarque por fines
comerciales, tiene una característica principal de vocación hacia audiencias
que la hace no solo simple transmisión de información sino que alienta la
creatividad en la radiodifusión, en algunos casos la radio sí apuesta por promocionar
la creatividad, la generación de escucha de opiniones, puesto que la radio dispone
de códigos e instrumentos expresivos propios que revalorizan su función
estética y, al mismo tiempo, enriquecen su función comunicativa, así suscitando
una excelente participación ciudadana de cara a la emisión de información de
parte de las audiencias, en un ejercicio permanente de respuestas.
LAS FUENTES
Los periodistas sustentan su labor en las fuentes de
información; tan fundamental como saber redactar es tener buenas fuentes y así,
entre ellas y el hombre de prensa, se crea una relación de recíproca necesidad.
Afirman Andreu Casero Ripollés y Pablo López Rabadán en un ensayo titulado “La
evolución del uso de las fuentes informativas en el periodismo español” estas
palabras: “Las fuentes informativas son un elemento fundamental del periodismo.
Su estudio resulta esencial para analizar la competencia mediática a la hora de
construir la realidad social. Las fuentes constituyen un componente básico del
proceso de producción y selección periodística y son capaces de condicionar
decisivamente el contenido (agenda) y el enfoque (framing) de la cobertura
informativa. Igualmente, su uso constituye un indicador de calidad periodística
relevante”. Una fuente es la persona que el periodista mira o entrevista y que
actúa invariablemente de acuerdo a la representación de un grupo y que procura
información. De cualquier manera, para completar esta concepción hay que señalar
que fuente de información también son las fuentes escritas; actualmente, naturalmente,
los centros de datos son importantísimos. En algunos casos, una fuente
proporciona una filtración. Las fuentes precisan de los periodistas porque
solos con su información no valen mucho. Cualquier persona que pueda tener acceso
a información exclusiva o no, se puede convertir en una fuente. Los periodistas
tienen la disponibilidad de afirmar si son válidas o no, conservando únicamente
a aquellas que dan información válida.
Para su actividad el periodista se apresta a crear su red de
fuentes según la temática en la que destaque. Inicialmente, elegirá las fuentes
oficiales, que luego irá descartando con el tiempo a las que no dan selecta
información e incorporando a otras que proceden a ocupar su lugar. Para el
periodista de investigación las fuentes no tienen los mismos añadidos que para
el periodista de información asidua. En el periodismo rutinario y monótono
muchas informaciones llegan de frente al medio de las fuentes institucionales,
a través de dependencias de prensa y relaciones públicas o de oficinas de
imagen institucional. En otras situaciones, el periodista es convocado a
reuniones de prensa para recibir directamente declaraciones oficiales, tiendo
la posibilidad de interrogar, cuestionar y formular preguntas. En la tarea
periodística de investigación las fuentes institucionales carecen de escaso
interés, sobre todo cuando no van a facilitar la información que se necesita
para la investigación. La fuente perfecta sería una fuente pública, con
información predilecta, pasiva pero abierta, que se deja identificar, que contribuye
con el periodista y que nos provee documentos secretos, que sea confidencial y que
actúe sólo con nosotros. Esta es lo ideal.
Por otro
lado, el proyecto ilustrativo de Antonio Nariño, “La relación entre los periodistas
y sus fuentes” dice lo siguiente: “Una regla fundamental del periodismo es ser
independiente respecto de aquellos sobre los que se informa. Un periodista le
debe lealtad a sus lectores y a nadie más. Ni siquiera al dueño del medio que
le paga. Sin embargo, los estudios confirman una y otra vez que los periodistas
inconsciente o deliberadamente terminan escribiendo con mucha frecuencia para
sus fuentes”. Regla fundamental susceptible de ser establecida obligatoriamente
en el oficio.
LA CREDIBILIDAD EN LOS
MEDIOS
Los medios de comunicación se ven forzados a producir
información para satisfacer las demandas de las televisiones, radios y
cotidianos en formato digital. La búsqueda de la verdad queda frecuentemente
muy remota en las preocupaciones de los productores de información y, además,
la labor hay que realizarlo demasiado de manera apresurada.
El auge de los medios de comunicación acaecido en las
últimas décadas, ha suscitado, indudablemente, una diversificación y revolución
de los modos tradicionales de llevar la información a las audiencias.
La consecuencia inmediata o mediata en el terreno de los medios
es el cambio de índole de los valores tradicionales de la comunicación: los
medios dejan de ser entidades de referencia social para transformarse en un mero
negocio, una inversión; dejan de ser garantes y responsables de la libertad de
expresión y configuran su naturaleza en una suerte de promotores de
entretenimiento y esparcimiento.
En la actualidad se experimenta un panorama muy difícil
respecto de la credibilidad. Es frecuente oír por todas partes cómo se fabrican
mentiras o cómo se infla la información, como sinónimo de que algo no es enteramente
verídico.
Este apuro representa la queja más asidua de los
periodistas. La exigencia de información conduce a un cambio en la forma de la
información como servicio, que se troca en mercancía para su consumo.
Asimismo, Pablo Blesa Aledo asevera en su “La crisis de
credibilidad de los medios de comunicación en las democracias occidentales:
poder y globalización” la siguiente gran verdad: “Los ciudadanos de las
democracias occidentales sufren un deterioro de la percepción, que se agudiza
por la falta de información, y que podría ser un handicap en el ejercicio de su
responsabilidad ciudadana: dan por garantizada la existencia de medios de
comunicación, radios, televisiones y periódicos libres e independientes. Como
ha escrito Van Hulten, las democracias occidentales suelen mostrar gran
preocupación por los impedimentos a la libertad de prensa en Rusia, en Zimbabwe
o en el mundo árabe, pero se abstienen de todo comentario sobre los procesos
monopolizadores que se desarrollan en el interior de sus Estados”.
Todas las mañanas los ciudadanos de nuestro país inician la
jornada cotidiana hojeando la prensa, oyendo la radio o contemplando la
televisión, sin tener absoluta consciencia de que tienen ante sus sentidos el instrumento
más poderoso de nuestro tiempo. En todo el globo, gobiernos, estados,
instituciones, terroristas, empresas y organizaciones estiman prioritario
transmitir su mensaje a través de los medios, lo que acrecienta día a día su
poder.
Las bajas en los índices de difusión de periódicos, su cada
vez mayor concentración en un puñado de bloques industriales y su creciente
dependencia de los intereses económicos de esos grupos son las características
principales de la prensa escrita actual.
Pero esta crisis posee también causas intestinas, que responden
principalmente a la disminución de credibilidad de la prensa escrita. En primer
término, porque ésta pertenece cada vez más –como hemos observado– a grupos empresariales
que detentan el poder económico y que están en una permanente componenda con el
poder político.
La credibilidad va emparentada con la verdad, la
objetividad, la independencia de criterios y la integridad profesional y moral,
toda vez que si el periodista o el medio tienen una profunda credibilidad significa
que nunca estuvieron implicados o fueron considerados por alguna patraña en la
difusión y la interpretación de las noticias.
Y también porque el sesgo, la carencia de objetividad, la
mentira, las tergiversaciones, las filtraciones, o simplemente las imposturas,
no paran de aumentar. Sabemos que no hubo ninguna época dorada ni belle epoque de la información, pero
actualmente esas alteraciones llegaron también a los diarios de calidad
relativamente rescatables.
Eso se debe también al elevado número de periodistas mal remunerados,
expuestos a la corrupción, laborando en medios donde no hay separación entre ente
gubernamental y grupos económicos, medios unidos en inmensos conglomerados.
Lo deseables es que podamos disponer de medios de información
en donde la ética, la moral, la imparcialidad y la credibilidad sean el motor cardinal
del desarrollo colectivo, pero hay que conseguirlo poniendo en marcha esos
valores que dan como fruto y resultado inequívoco un buen periodismo.
ENLACES DE DOCUMENTOS WEB
VÍDEO ILUSTRATIVO
Javier,
ResponderEliminarRevisado, merituado.