martes, 11 de diciembre de 2012
http://books.google.com.pe/books?id=6Ej1xLSmXf8C&printsec=frontcover&dq=generos+periodisticos+y+radio&hl=es&sa=X&ei=oavHUPTMF4_M9ATvzIHgDA&ved=0CDYQ6AEwAw#v=onepage&q=generos%20periodisticos%20y%20radio&f=false
http://books.google.com.pe/books?id=ThvooNWFvoQC&printsec=frontcover&dq=radio&hl=es&sa=X&ei=IazHUO6sGIac8gT544C4AQ&ved=0CDAQ6AEwAg#v=onepage&q=radio&f=false
http://books.google.com.pe/books?id=7C3-G06opJsC&printsec=frontcover&dq=generos+radiofonicos&hl=es&sa=X&ei=jazHUPrUN4eo9gTWqIGACw&ved=0CCoQ6AEwAA#v=onepage&q=generos%20radiofonicos&f=false
BIBLIOGRAFÍA.
. GOMIS, Lorenzo. Teoría de los géneros periodísticos. Editorial UOC. bARCELONA 2008.
. VIDAL, Javier. La era de la radio en Venezuela. Editorial Panapo. Caraca, 2004.
. Editorial Calihue. Los géneros radiofónicos. Antología. Buenos Aires, 2004.
http://books.google.com.pe/books?id=ThvooNWFvoQC&printsec=frontcover&dq=radio&hl=es&sa=X&ei=IazHUO6sGIac8gT544C4AQ&ved=0CDAQ6AEwAg#v=onepage&q=radio&f=false
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BIBLIOGRAFÍA.
. GOMIS, Lorenzo. Teoría de los géneros periodísticos. Editorial UOC. bARCELONA 2008.
. VIDAL, Javier. La era de la radio en Venezuela. Editorial Panapo. Caraca, 2004.
. Editorial Calihue. Los géneros radiofónicos. Antología. Buenos Aires, 2004.
http://books.google.com.pe/books?id=5BS2VTSAVE8C&printsec=frontcover&dq=la+comunicacion+en+el+proceso+de+liberacion&hl=es&sa=X&ei=eanHUPr-OY_Y8gSz9oBQ&ved=0CCoQ6AEwAA
http://books.google.com.pe/books?id=Z4ZkE2z2q9QC&printsec=frontcover&dq=radio&hl=es&sa=X&ei=f6rHUPS2GYqo8gTN-IGQBQ&ved=0CDMQ6AEwAw#v=onepage&q=radio&f=false
http://books.google.com.pe/books?id=n_IfpdhnES4C&printsec=frontcover&dq=radio+y+ciudadania&hl=es&sa=X&ei=66nHUNDKMpL69gTCgYFQ&ved=0CC0Q6AEwAQ
BIBLIOGRAFÍA
. MATTELART, Armand. La comunicación masiva en el proceso de liberación. Siglo XXI Editores. Buenos Aires, 2005.
. AGUADED GÓMEZ, Ignacio J. y CONTRERAS PULIDO, Paloma. La radio universitaria como servicio público para una ciudadanía democrática. España. 2011.
. LIMANN, Otto. Fundamentos de radio. Barcelona. 1989.
http://books.google.com.pe/books?id=Z4ZkE2z2q9QC&printsec=frontcover&dq=radio&hl=es&sa=X&ei=f6rHUPS2GYqo8gTN-IGQBQ&ved=0CDMQ6AEwAw#v=onepage&q=radio&f=false
http://books.google.com.pe/books?id=n_IfpdhnES4C&printsec=frontcover&dq=radio+y+ciudadania&hl=es&sa=X&ei=66nHUNDKMpL69gTCgYFQ&ved=0CC0Q6AEwAQ
BIBLIOGRAFÍA
. MATTELART, Armand. La comunicación masiva en el proceso de liberación. Siglo XXI Editores. Buenos Aires, 2005.
. AGUADED GÓMEZ, Ignacio J. y CONTRERAS PULIDO, Paloma. La radio universitaria como servicio público para una ciudadanía democrática. España. 2011.
. LIMANN, Otto. Fundamentos de radio. Barcelona. 1989.
domingo, 11 de noviembre de 2012
TÓPICOS SUSTANTIVOS EN TORNO AL TEMA DE LA RADIO
RESUMEN
Se habla de la independencia del
periodismo en toda coyuntura histórica como un factor de ética inherente al
ejercicio del oficio. Un periodismo más comprometido debe generar un mayor acercamiento
a los sectores más desprotegidos. Ésa es la función del periodismo. Por otro
lado, se develan problemas que debieran merecer un mayor enfoque de los
estudios modernos, la importancia de las audiencias y una renovación en la
producción de formatos radiofónicos. Se esboza un panorama de la radio como
ente perdurable de la sociedad.
PALABRAS
CLAVE
Independencia, periodismo radial,
formatos radiofónicos, audiencias, radio.
I
La experiencia del periodismo en
Radio La Luna dentro del panorama intenso que acabó con la caída del régimen de
Jamil Mahuad, en Ecuador, pone de relieve dos puntos capitales: el sentido
social del periodismo y la vocación, digamos, heroica que el ejercicio de este
oficio supone. La primera de ellas resulta de inapreciable valor en la medida
en que se requiere un periodismo independiente, alternativo, libre de las
tentaciones del poder. En Ecuador, la radio puede haber ganado a una gran
emisora. Aunque la etapa es aún incipiente, como en el Perú, podemos valorar
estas estrellas que brillan aisladas de la constelación general.
Vayamos al primer punto: la
necesidad de un periodismo independiente. Llevemos esta materia a estas
comarcas peruvianas.
En El Perú hace años que se nota
una cobarde deserción del periodismo peruano. Tanto así que podemos hablar de
una relación abiertamente promiscua entre éste y el poder. Aquí el periodismo
ha dejado de considerarse como un permanente ejercicio del civismo honrado para
pasar a formar parte de las multitudes prosternadas a los poderes. Tenemos,
pues, mucha materia que componer y mucha miseria que condenar.
La necesidad de un periodismo
sustancialmente social se nos presenta hoy día como una realidad ineludible. La
distancia que la prensa debiera mantener con el poder político y económico debe
ser intocable e insalvable. Radio La Luna, en Ecuador, cayó en la incertidumbre
cuando Jamil Mahuad empezó a mirar de soslayo las migajas de los poderes. Un
caso parecido se revela aquí durante las últimas campañas políticas
presidenciales, cuando un cierto sector de la prensa se entusiasmó con las
promesas de cambio que sustentaban el programa del actual presidente Ollanta
Humala. Muerto ese Humala revolucionario, la experiencia devino en una cruel
bofetada a los principios que habían promovido sus lineamientos políticos, La
prensa que antaño lo había apoyado, ahora se ha convertido en divulgador de las
políticas estatales que se contradicen con las promesas de campaña. Los
ejemplos saltan a la vista: el semanario “Hildebrandt en sus trece”, el diario
“La Primera”, entre otros. El caso de César Hildebrandt resulta particularmente
ilustrativo. Ya antes el periodista había expresado en una entrevista: “En la
profesión yo he cometido muchos errores leves o graves. Uno de ellos durante el
gobierno militar cuando, entusiasmado por las posibilidades reformistas,
suprimí eventualmente mi conciencia crítica y llegué a no ser explícito en
condenar las medidas represivas que afectaban a los otros poderes y a algunos
colegas”. En otra lado de la entrevista afirma que “no hay un periodismo que
valga la pena sin ética social de peso”
que “no hay éxito que merezca vivirse si no hay compromiso con la gente
que sufre”.
Estas premisas de Hildebrandt son capitales
para los alumnos que desean ejercer la bella profesión del periodismo. Pues
necesitamos un periodismo que posea, prevalentemente, un sentido social, un
compromiso con los más débiles. La escena académica acusa a unos estudiantes
domesticados únicamente para sustentarse económicamente, es decir oficiando de
periodistas pálidos, grises, sin fundamento ni afán de lucha. Es preciso
reformar estas perspectivas.
El otro tema que nos recuerda el
caso de Radio La Luna es el desenvolvimiento práctico que deben poseer todos
los periodistas indiscriminadamente. En la coyuntura que preludió la caída de
Mahuad, el actuar del equipo de prensa de la citada radio fue un dechado
admirable. La gran cobertura propiciada fue acaso insuperable. Y el valioso
aporte de los hombres de prensa de la misma emisora fue digno de las más hondas
de las felicitaciones. El febril ejercicio fue tal que retornaron de inmediato
a nuestra memoria, como reminiscencias vagas y difusas, aquel caso Watergate
que acabó con la renuncia del indeseable Richard Nixon. La ardua cobertura periodística
que se le dio a este caso fue de las más tenaces. Silvio Waisbord, periodista
americano, condensó el aporte del Watergate a la prensa mundial: “el desempeño
de la prensa durante el caso Watergate se consideró el espejo que refleja lo
mejor que el periodismo puede ofrecer a la democracia: hacer que el poder rinda
cuentas”.
II
El influjo de las nuevas
tecnologías y, por tanto, nuevas formas de informar le concede al periodista un
papel sumamente necesario. Es necesario procesar la información, así como es necesario
más periodistas con la capacidad de sustraerse a las dependencias económicas e
ideológicas. Todo esto, sin embargo, empieza a correr considerable peligro,
toda vez que las nuevas tecnologías que se desarrollan en nuestros días se
sienten tentados a anular al periodista.
Ignacio Ramonet es una de las voces inteligentes y precursoras que ha
comenzado a advertir este hecho inédito. En un ensayo, se refiere al papel del periodista
con las siguientes palabras: “En el triángulo de la comunicación formado por el
acontecimiento, el receptor y el mediador hay uno de estos tres elementos que
deja de tener importancia a partir de ahora”. Las nuevas formas de comunicar
comienzan a gestionar la gradual extinción del comunicador. El modelo ya
comienza a formar parte de los países occidentales. El Perú, que es un remedo
del sistema comunicacional occidental, acaso, y después de todo, no será la
excepción.
El periodismo puramente objetivo,
por otro lado, es un periodismo gris. No se concibe el desapasionamiento en el
oficio. No digamos sectarismo, que es un significado diferente. Lo que
pretendemos decir es que un periodismo sin ánimo social no es sino la
indiferencia subordinada al mero ejercicio de un oficio alimenticio (léase, que
nos dará de comer). Es cierto que los comunicadores son intermediarios entre
las realidades y los públicos o audiencias, pero de cualquier manera lo que se
busca es que el periodista tenga una cierta tendencia a los sectores más
desfavorecidos, que tenga un compromiso más sólido con los débiles. De otra
manera, el quehacer periodístico resulta inconcebible.
Resulta triste que en estos tiempos
light nadie repare en antiguos
paradigmas del periodismo. Manuel González Prada tenía una personalidad
mancomunada con los estratos más bajos. Desde sus tribunas periodísticas,
brindó el apoyo moral para la concreción de la jornada de las ocho horas. Sin
él, este hecho resultaría hasta ahora un deseo anegado por la historia
fracasada. José Carlos Mariátegui es otro personaje que es preciso mencionar.
Su aporte inconmensurable nos entera de su buena teoría y práctica en las
labores sindicales, buscando en cualquier momento reivindicar a los públicos
desprovistos de voz. Es necesario retornar a los nuestros.
III
En cualquier situación del
periodismo, las audiencias suponen parte inherente e intrínseca al hecho de
ejercer el trabajo de prensa. Ellas forman nuestro destinatario, ellos son la
diana del blanco. En ese sentido, toca, pues, darle el realce que ellas merecen
y estudiar sus características para saber quiénes componen la masa a que nos dirigimos cotidianamente.
Todos los estudios que se han
circunscrito al estudio de las audiencias (sea en el réclame, en la publicidad o en la propaganda) se ajustan a un solo
objetivo que es conocer la audiencia, saber de sus deseos, conocer sus
necesidades más vehementes.
¿Pero qué son las audiencias? Miles
de concepciones son las que pululan en la vasta bibliografía que pudiérase
obtener; sin embargo, una de las más adecuadas es la que ofrece Guillermo
Orozco Gómez: “Ser audiencia significa hoy, en primer lugar, una transformación
sustancial de la estructuración de los sujetos. Su cohesión y sus subdivisiones
estamentarias, antes definidas por criterios segmentativos de género, edad,
clase y etnia, o aun de trabajo, producción, nivel educativo y orientación
religiosa y política, se realizan cada vez más en una espiral de «massmediación
globalizante» que hace estallar sus límites, privilegiando el criterio transversal
de segmentación mediática (dime qué canal ves y te diré qué es lo que te gusta
y, por tanto, desde dónde escuchas, miras y sientes), que a la vez que inaugura
y diferencia segmentos a partir de intercambios simbólicos y gustos, enfatiza y
privilegia el juego de subjetividades, sensibilidades, emociones,
gratificaciones y placeres”.
Advirtiendo la noción anterior (que
se adapta perfectamente al impacto inequívoco de las nuevas tecnologías),
entonces, podemos subrayar que el estudio de las audiencias ha dejado de
constituir un mero establecimiento de límites a las características de ella,
para convertirse en un referente casi estadístico de las actitudes que ellas
adoptan en momentos determinados. Las audiencias, pues, son primas hermanas de
la opinión pública.
IV
Decía en un momento brillante el poeta
César Vallejo: “El artículo que sólo toca a las masas es inferior. Si sólo toca
a las elites se acusa superior. Si toca a las masas y a las elites, se acusa
genial, insuperable”. Parafraseando a Vallejo podemos extender esta consigna
cuando nos corresponda hablar de cualquier género periodístico: lo mismo, por
ende, puede suceder con una crónica, una nota informativa, un reportaje radiofónicos.
Ya César Lévano ha recordado que “se ha olvidado (…) que un diario o una
revista o un programa radial o televisivo es una orquesta polícroma en la que
deben caber, armoniosamente, todos los géneros”. Al contrastar los principios
básicos de la teoría con el descorazonador panorama práctico de nuestros días,
observamos un continuo desdén por la incursión de géneros radiofónicos que no
sean la nota informativa. Son raras las excepciones que se aventuran en la
empresa de desempolvar y editar viejos géneros como los radiodramas o producir
crónicas y demás géneros de radio.
La radio es acaso un medio más
cercano a las audiencias. Crea un grado de participación tal que podemos hablar
de un sentimiento de participación. La gente crea sus identidades en función a
las puestas en antena de diversos programas. El empoderamiento, podemos
afirmar, no nace por generación espontánea: la radio abre el cauce que
desencadena el referido proceso.
Es preciso, por tanto, saber qué
reacciones debemos suscitar en cada uno de las bases de la audiencia. “El carácter
fónico, o sea la percepción por el oído de la información transmitida, es la
principal característica que deben tener en cuenta todos los que se dedican a
la preparación de programas radiofónicos”, dice Mijail Minkov.
La respuesta que suelen dar
frecuentemente los profesionales de la radio, en lo que respecta al desdén por
ciertos formatos y géneros, alude directamente a la escasez de tiempo de que
disponen. Pero no hay que olvidar que si los que se encargan de marcar la
agenda radiofónica olvidan el buen uso de sus herramientas, la radio continuará
durmiendo el sueño de los justos. La llegada a la ciudadanía no debe ser un
hecho aislado de la utilización de todos los instrumentos al alcance de la
mano. La participación de la ciudadanía en los contenidos es el fin. La
renovación de todos los elementos en el proceso radiofónico deben ser los
medios. He ahí la solución al problema.
V
Gabriel García Márquez, el
magistral escritor, ha sido muy optimista en su visión respecto de la radio: “La
humanidad entrará en el tercer milenio bajo el imperio de las palabras. No es
cierto que la imagen esté desplazándolas ni que pueda extinguirlas. Al
contrario, está potenciándola: nunca hubo en el mundo tantas palabras con tanto
alcance, autoridad y albedrío como en la inmensa Babel de la vida actual”.
Un botón de muestra de que la radio
no va a desaparecer es que lisa y llanamente las palabras no van a desaparecer.
El ciego control que ha ejercido la historia de las dictaduras opresivas sobre
la radio ha sido indispensable para perpetuarse en el poder. No hay
excepciones, porque la palabra ha sido penetrante y puede convertirse, en la
medida en que se lo use para despertar conciencias sumidas en el adormecimiento,
para suscitar el vuelco hacia la realidad tan escapada de nuestras manos. La
radio, fruto máximo de la transmisión de las palabras, no ha de morir,
contrariamente a lo que piensan y dan pábulo ciertas pitonisas excluyentes.
No obstante la radio hoy ha dejado
de ser principal vocero de la ciudadanía para pasar a formar parte del séquito
mediático de los grandes poderes. Ha terminado enrolado en la causa impropia de
la cohorte de las clases dominantes. En un texto, Max Horkheimer y Theodor W.
Adorno afirman que “la radio puede convertirse
en la boca universal del Führer”.
Este es uno de los principales que
hoy encara la radio. Una disyuntiva se abre paso en este tópico: o sumarse a
las greguerías indignas o generar radio alternativa”. Ya a los profesionales
les tocará decidir.
Por su enorme acogida y su
formidable sentido de participación que la radio crea, las audiencias cifran
cada vez más su confianza en ésta. La esperanza las toma, encarnada en ella.
Pero la realidad se denuncia más alejada de la ciudadanía. Más aún, ella se
revela contraria a los intereses de ella. “En casi todos los países del mundo –escribe
Ezequiel Martínez Estrada– el Estado tiene una intervención decisiva en las
transmisiones, cuando no ejerce el monopolio. Transmite lo que interesa al país
o al gobierno, no aquello que se tendría placer en escuchar”.
CONCLUSIONES
·
En
los centros de estudio, a los estudiantes se les educa con una visión íntegramente
mecanizada del periodismo, que es la de la búsqueda eterna del periodismo.
·
La
radio está desertando en su función principal: crear participación y
empoderamiento. Sin los medios para realizarlos (los formatos radiofónicos),
los objetivos se vuelven un vulgar miraje.
·
Tanto
la prensa radiofónica como la prensa radial y televisiva se van sumando a las
clases dirigentes de las naciones, todo en consecuencia del fortalecimiento sin
cortapisas de los poderes.
PROPUESTAS
·
La
concreción de un periodismo situado en los dominios de los ciudadanos será un
oficio más ceñido a la voluntad social del pueblo.
·
Debemos
promover, de cualquier suerte, la renovación técnica de la radio en el sentido
de replantear criterios relativos a la programación y los formatos
radiofónicos.
·
Es
preciso limitar la galopante libertad con que las clases dominantes usufructúan
los derechos que debieran ser de todos los ciudadanos. Enrolar los instrumentos
de la sociedad civil es un ejercicio que hasta ahora no encuentra un límite.
REFERENCIAS
·
GARCÍA
MÁRQUEZ, Gabriel. Botella al mar para el
dios de las palabras. Texto incluido en “Yo no vengo a decir un discurso”.
Buenos Aires: Argentina. Editorial Sudamericana. 2010.
·
GARCÍA
NARANJO, Reynaldo. Entrevista a César Hildebrandt en “Talleres de comunicación”.
1983.
·
HORKHEIMER,
Max y W. ADORNO, Theodor. Dialéctica del
Iluminismo. Buenos Aires: Argentina. Editorial Sudamericana. 1997.
·
LÉVANO,
César. Últimas noticias del periodismo
peruano. Lecciones y perspectivas.
·
MARTÍNEZ
ESTRADA, Ezequiel. La cabeza de Goliat.
Microscopía de Buenos Aires. Buenos Aires, Losada, 1983.
·
MINKOV
Mijail, El periodismo radiofónico. Editado
por la Organización Internacional de Periodistas.
·
OROZCO
GÓMEZ, Guillermo. Audiencias, televisión
y educación: una deconstrucción pedagógica de la “televidencia” y sus
mediaciones en “Revista Iberoamericana”. 2007.
·
RAMONET,
Ignacio. Medios de comunicación, sociedad
y democracia.
·
VALLEJO,
César. El texto completo no ha sido aún publicado.
·
WAISBORD,
Silvio. El buen periodismo. Las
contradicciones irresueltas del periodismo de investigación. Buenos Aires. Ed.
Contribuciones: 2001.
Enlace de Interés:
http://www.ull.es/publicaciones/latina/200609Almiron.pdf
http://www.uca.edu.sv/deptos/letras/sitio_pers/amarroc/document/clase1.pdf
http://interaudio.org/mos/interaudiodoc/handout/Materiales%20des%20aprendizaje%20(spanisch)/El%20magazine%20(Magazinsendung).pdf
http://redalyc.uaemex.mx/pdf/325/32512741008.pdf
Enlace de Interés:
http://www.ull.es/publicaciones/latina/200609Almiron.pdf
http://www.uca.edu.sv/deptos/letras/sitio_pers/amarroc/document/clase1.pdf
http://interaudio.org/mos/interaudiodoc/handout/Materiales%20des%20aprendizaje%20(spanisch)/El%20magazine%20(Magazinsendung).pdf
http://redalyc.uaemex.mx/pdf/325/32512741008.pdf
Audios:
javier.wma
javier2.wma
sábado, 29 de septiembre de 2012
APRECIACIONES GENERALES DEL QUEHACER RADIAL
Resumen
Se analiza
la relación entre audiencias y formatos radiofónicos. Se estudia también la
situación de dichos formatos en la sociedad actual. Se advierten las amenazas y
propuestas que encierra las TIC’s para los radialistas y periodistas en
general.
Palabras
clave
Formatos
radiofónicos, audiencias, TIC, sociedad de la información.
FORMATOS
RADIOFÓNICOS Y AUDIENCIAS
En la
radio, el papel que desempeña la continua alternancia de formatos radiofónicos
es casi casi conditio sine qua non para
que mantenga su estabilidad vital. Sucede, entonces, algo muy análogo al gran
drama de la prensa escrita. Sus existencias están en función a un buen manejo
de los formatos y/o géneros específicos de cada medio.
Pero la
elaboración de estos productos radiofónicos depende de varios factores. Entre
ellos, uno de los que se distinguen por su importancia es el factor público.
La
investigación de las audiencias es materia crucial dentro de este proceso,
puesto que ellas encarnan los famosos público
meta y público bienvenido. Una
breve detención en el camino para definirlos a grandes rasgos debiera suponer
una correcta comprensión de estas líneas.
Público
meta es lo que en la disciplina del marketing llamamos público objetivo. Es
decir, el conjunto focalizado al que se le envía un determinado mensaje.
Público bienvenido son las audiencias aisladas que, ante el interés que podría
suscitar en ellas una buena elaboración del producto radiofónico, son
susceptibles de consumirlos.
Las
herramientas utilizadas para la investigación en las audiencias de sus
preferencias por dichos productos, son extraídas de las estrategias
publicitarias.
“Lo que es relativamente
nuevo –afirma Gina Gogin Sis- es el interés por el estudio del público desde
una perspectiva cultural que insiste básicamente en las ‘lecturas’ que los
sujetos hacen de lo que consumen y no en los efectos que causan en ellos. Por
tanto, es todo el ámbito cultural el que es puesto en evidencia para la
investigación de públicos en la actualidad”.
Lo anterior
desvela y explica, sumariamente, modo
grosso, el porqué de la sentida ausencia de formatos radiofónicos
calificados dentro del Menú No Tan Informativo, como radiodramas, radionovelas
y demás productos consagrados a la educación y orientación desde una
perspectiva estrictamente radial. Elementos del Menú Informativo, como las
crónicas, son producidas rara vez para el medio radial. La enfermedad empieza a
expandirse sin visos de remedio.
Urge, pues,
en este sentido, realizar un sesudo examen de la radiodifusión para determinar
su calidad y, acaso, su tiempo de vida.
Son
precisamente –conviene no olvidarlo- las audiencias el vector determinante del
formato de programación de las emisoras radiales. Pues sin haber constatado de
las características de ellas, la sintonía se presentaría como un rasgo nublado
e inconcluso.
LOS
FORMATOS RADIOFÓNICOS EN LA ERA ACTUAL
Una vez más
es nuestro deseo resaltar la similitud guardada entre el medio radial y el
medio escrito. Ambos dependen, a nuestro parecer, de la incursión audaz en los
formatos y/o g{eneros de que disponen cada uno.
Sin
embargo, una inefable decadencia hace padecer a los medios de comunicación. Las
aventuras económicas no hacen distingo de medios. El arrasamiento es, casi
diríase, inexorable.
El afán de
comercialización de los medios que se ha apoderado del espíritu moderno parece
propiciar la proscripción de ciertos formatos radiales. Preguntémonos, hagamos
un voluntario examen de conciencia: ¿quién oye radionovelas en la actualidad?
De todo
este asunto, la radio bien podría salir por la puerta grande. “No es poca la
responsabilidad que se le adjudica a ella”, dice Chema Salcedo. La galopante
comercialización, con ánimos de propagarse infinitamente, ha terminado por
estropear los mejores potenciales radialistas en lo tocante a los productos
radiofónicos.
BINOMIO
PERIODISTA-MÁQUINA
Por otro
lado, el impacto causado por la emergencia de nuevas tecnologías en materia de
comunicaciones obliga a los periodistas especializados en la radiodifusión a
replantear su papel en el proceso de la comunicación.
Sorprendido
por estas nuevas TIC’s, los ejecutores del ejercicio radial no deben “dormirse”
en este contexto agitado. La facilitación del trabajo radial se precipita
gracias también a este desborde tecnológico. Sin embargo, esta nueva situación
puede resultar siendo un arma peligrosa de doble filo.
El
inescrupuloso acaparamiento de todo el conocimiento de parte de la hegemonía
imperialista norteamericana deja sin un posible ejercicio de libertad a los
países del Tercer Mundo, sumiéndolos más bien en una restricción de sus
libertades más básicas y exasperándolas hasta el colmo del atraso.
Sin embargo
y pese a todo, la relación del hombre con la máquina, esto entre comunicadores
y tecnologías, solo es dable en la medida en que ninguno devore al otro.
Planteamos un desdén a la clásica ley de la supervivencia del más apto.
La Internet
es un inapreciable elemento de nuestros días, frente al cual nacen también
nuevas preocupaciones. Una de ellas puede ser la sobreabundancia de
informaciones en las redes digitales. Es la Sociedad de la Información, pero no
vislumbramos si ella es buena o de carácter lesivo. Es, en todo caso, un nuevo
planteamiento que observar.
Manuel
Castells, uno de los más arduos investigadores que más ha desarrollado este
tema tan capital dice: “Lo que caracteriza
a la revolución tecnológica actual no es
el carácter central del
conocimiento
y la información, sino la aplicación de ese conocimiento e información a aparatos
de generación de conocimiento y procesamiento de la información/comunicación,
en un círculo de retroalimentación acumulativo entre la innovación y sus usos”.
Es decir,
para Castells, la Sociedad de la Información no es sino un interminable círculo
de influencia que se retroalimenta constantemente. Pero Castells olvida el
hecho de que el conocimiento está siendo atribuido a un enorme sector del globo
terráqueo. Es evidente de quién se trata. Y es menester mirar con recelo este
hecho.
Lo que
queda claro para nosotros es que una nueva etapa está en proceso, la cual
encierra, a su vez, amenazas y propuestas, ambas dignas de ser evaluadas con un
criterio científico y estudioso.
Lo que
deriva hacia los comunicadores de esta época es la continua adaptación a las
nuevas tecnologías de la información y de la comunicación. Y a la radio
propiamente dicha, se le conmina –humildemente, desde luego- a no hundir su
propio salvavidas.
La urgencia
de replantear estos principios se actualizan a tan veloz tiempo, que me temo
que este artículo devenga en anacrónico y desfasado. Sería una pena.
Síntesis
conclusiva
Los
estudios actuales de las audiencias están hechos sobre técnicas publicitarias y
son de suma importancia para establecer los formatos de programación radial.
Las audiencias modelan la radio.
Entretanto, la nueva Sociedad de la Información remueve los cimientos de
la profesión radial y obliga a sus protagonistas a buscar nuevas propuestas y
nuevos soportes en ella.
REFERENCIAS
·
CASTELLS, Manuel. La sociedad informacional.
·
GOGIN SAIS, Gina. ¿Qué significa hablar de radio?
·
NARANJO GARCÍA, Reynaldo. Talleres de comunicación.
Enlaces de Interés:
SOCIEDAD, DEMOCRATIZACIÓN Y TIC
Resumen
Se estudia
la Sociedad de la Información desde una órbita crítica orientada hacia la
búsqueda de razones del acaparamiento de todos los medios por los que se
obtiene información y conocimiento. Se esboza una virtual democratización de
los medios en favor de una libertad de expresión más sólida y verdadera. Se
propone introducir en los estudios comunicacionales la discusión sobre la
inclusión digital.
Palabras
clave.
Sociedad de
la información, medios, democratización, libertad de prensa, TIC, inclusión
digital.
UN
BREVE PROLEGÓMENO GENERAL ORIENTADO AL ESTUDIO DE LA “SOCIEDAD DE LA
INFORMACIÓN”
El debate
que se abre en torno a la célebre Sociedad de la Información no clausura hasta
ahora sus puertas. Producto de un avance tecnológico en el dominio de las
comunicaciones, esta etapa de nuestro tiempo constituye todo un acontecimiento
inédito en la larga y variada historia de la humanidad. Por lo mismo, las
polémicas concepciones que ha suscitado merecen la consideración y análisis de
todos y cada uno de los involucrados en el estudio de la comunicación del
presente siglo.
Armand
Mattelart, generoso y perspicaz contribuyente a las perspectivas críticas del
sistema de comunicación, duda rotundamente de la existencia de una virtual
Sociedad de Información: “Es un mito. Puede haber sociedades del conocimiento
porque cada país se introduce en el universo tecnológico a partir de su
cultura, su historia y la especificidad de sus instituciones”. Mattelart añade,
entre otras cosas, el concepto de sociedad de control, en donde desenvuelve su
análisis escéptico, aseverando la existencia de esta singular sociedad a favor
de un orden mundial hegemónico de las comunicaciones.
Otros
expertos coinciden con Mattelart. En un extenso artículo consagrado al tema del
conocimiento mundial, Felipe Pérez Cruz, doctor en Ciencias Pedagógicas y
Presidente de la Cátedra de Educación Comparada en el Centro de Estudios sobre
América de La Habana, dice: “Realmente, la aspiración del capital transnacional
es que las llamadas ‘sociedad del conocimiento’ y ‘sociedad de la información’
conformen el nuevo mercado global de ‘servicios’ de ciencia, tecnología,
educación y cultura que se abre en el concierto de la Organización Mundial del
Comercio (OMC) y Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y
otras estructuras del sistema”.
El sentido
que la denominada “sociedad de la información” adquiere para Pérez Cruz es
inteligible: toda la parafernalia montada alrededor de esta inocente etiqueta
impuesta a nuestros días no es sino una tentativa más de la ofensiva
reaccionaria mundial. En términos del mismo autor, “el gran capital
transnacional tiene como objetivo continuar la concentración en los países
industrializados de la producción que exige conocimientos de punta y altas tecnologías
(…)”.
Por un lado,
la Sociedad de la Información no constituye sino la persecución desenfrenada
del monopolio de información y conocimientos provenientes de las naciones
pertenecientes, en su mayoría, al Tercer Mundo; y, por el otro, ella es un burdo
mito para alimentar la idea mendaz de que cada día estamos más informados.
El brillante
periodista César Hildebrandt, siempre tan corrosivo, no ha vacilado en acusar
esta época: “Hemos creado un mundo donde el éxito, determinado por un consenso
por lo general imbécil, es la meta y donde el fracaso es una fosa común para
todos los demás. (…) Y esto es así porque eso de la Era de la Información es un
cuento de chino opiómano. Al contrario: mientras más reduccionista sea tu
cultura, mientras menos informado estés, mientras más ignorancias contengas,
mientras más prejuicios te denominen, te irá mejor en la ‘Era de la
Información’.”
LA
DEMOCRATIZACIÓN DE LOS MEDIOS
La
percepción actual de los medios de comunicación obliga a indagar y proponer
nuevas fórmulas de replantearlos, a favor de una sólida y genuina democracia
representativa.
Pero existen
complejos –diríamos también naturales- principios que regulan el actual manejo
de dichos medios. Pues el dueño del espectro electromagnético es el mismo
Estado, lo cual significa la dependencia de los medios masivos al poder de
turno. Se entiende el sentido de esta sujeción.
Partiendo
entonces de esta premisa, constatamos y nos atrevemos a afirmar que una
libertad de expresión –y de prensa- no es sino una mera entelequia.
La
democratización de los medios, entonces, tendrá que vislumbrar otros rumbos por
donde manifestar sus anhelos de vida. En su interesante y bien argumentado
libro, La tercera colonización, el ex
director del desaparecido diario “La voz”, Efraín Ruiz Caro, sugiere lo
siguiente: “Otra propuesta, muchas veces sugerida, es la entrega de los medios
de comunicación a sus trabajadores. Pero estos no pueden conducir la empresa
por medio de sus organizaciones sindicales. Tendrán necesariamente que
constituirse en personas jurídicas, como empresa privada, asociación civil –con
o sin fines de lucro- o como cooperativa”.
La
democratización de los medios es la concesión de los órganos de comunicación a
aquellos sectores que hayan transitado secularmente por un silenciamiento
prácticamente ineludible. Este proceso, que obedece a un replanteamiento de los
medios de comunicación, está dirigido a fomentar organismos de prensa a favor
de los sectores más desfavorecidos de la sociedad.
LAS
TIC’s DESDE UNA PERSPECTIVA SOCIAL
A fin de ser
un instrumento preciado de la sociedad, Las Tecnologías de la Información y
Comunicación deberían constituirse en bienes estrictamente públicos, a cuyo
usufructo pueda acceder la ciudadanía íntegra. De otra suerte, las TIC serán la
patente de corso de únicamente un sector de la sociedad (léase: las clases
dominantes).
El enorme
impacto que han generado las TIC en el actual ordenamiento de la sociedad es un
hecho patente e indiscutible. Sin embargo el hecho de que no se hayan ideado
políticas estatales para el conocimiento de estos entre la población, sí
resulta un hecho extraño. Más aún, ello evidencia un desperfecto susceptible de
ser compuesto.
Ello nos
conduce a hablar ya no solo de inclusión social; ahora es preciso discutir de
inclusión digital. Scott Robinson la define como un “conjunto de políticas
públicas relacionadas con la construcción, administración, expansión,
ofrecimiento de contenidos y desarrollo de capacidades locales en las redes
digitales públicas, alámbricas e inalámbricas, en cada país y en la región
entera”
La inclusión
digital es, por añadidura, la inversión en el conocimiento público de las TIC.
Esto es, que el conjunto de ciudadanos de a pie se vuelvan hacia los nuevos cambios,
los cuales los aguardan, listos, para ayudarlos a propiciar y precipitar los
cambios de los que cada día más, y con mayor fuerza, urgen.
Síntesis
conclusiva
Hablar de
los nuevos cambios que han desordenado el clásico panorama de la
comunicaciones, ofrece un sinnúmero de ópticas desde las cuales estudiar la
función delos medios en este marco de desarrollo actual. Ya no es solo hablar
de inclusión social lo que nos preocupa. También es necesario hablar de
inclusión digital, como un avance sustantivo en la utilización de las nuevas
tecnologías.
REFERENCIAS
·
MATTELART, Armand. Diario Digital Hoy la Universidad, Universidad Nacional
de Córdoba.
·
PÉREZ CRUZ, Felipe de J. El debate sobre el conocimiento. Revista “Docencia”, Nº 13, mayo de
2005.
·
ROBINSON, Scott. Reflexiones sobre la inclusión digital, Revista “Nueva Sociedad”,
nº 195, enero-febrero, 2005.
·
RUIZ CARO, Efraín. La tercera colonización. Lima: Ediciones La Voz, 1990.
ENLACES DE INTERÉS:
http://www.derecho.unam.mx/web2/pop/culturajuridica/pdf/CJ3_Art_16.pdf
http://www.regeneracion.mx/files/pdf/regeneracion03.pdf
ENLACES DE INTERÉS:
http://www.derecho.unam.mx/web2/pop/culturajuridica/pdf/CJ3_Art_16.pdf
http://www.regeneracion.mx/files/pdf/regeneracion03.pdf
sábado, 1 de septiembre de 2012
EL FLAUTISTA DE HAMELIN (VERSIÓN OPUESTA) Por Ángel Javier López Ventura
Hace mucho,
muchísimo tiempo en la ciudad de Hamelin sucedió algo extraño: una mañana sin
sol, cuando sus esforzados y trabajadores habitantes salieron de sus casas,
encontraron las calles invadidas por miles de ratones que andaban por todas
partes, devorando el grano de sus llenos graneros y despensas que habían recién
cosechado. Nadie entendía la causa de la invasión, y no sabían tampoco qué
hacer para acabar con todo ello.
No
consiguieron nada a pesar de matarlos, ahuyentarlos. Parecía más bien que se
multiplicaban, y daban la impresión de adueñarse de la ciudad que hasta los
mismos gastos huyeron.
Ante de la
terrible situación, el jefe del pueblo hizo una reunión con todos los
pueblerinos para ir adonde el flautista mágico a pedir ayuda. Éste era un
hombre flaco que, junto con su flauta, hacía cosas imposibles, extrañas. Vivía
fuera de la ciudad, solo. Cuando el jefe y los pueblerinos le contaron la
desgracia, él se comprometió a ayudarlos
pero a cambio de algo. Decidió que toda la cosecha debía ser toda para él a
cambio del favor. Los pueblerinos aceptaron a pesar de su malestar y angustia.
Así fue como el flautista mágico entró a la ciudad, y de un toque de flauta tan
triste y adormecedor hizo que todos los ratones invasores lo siguieran hasta la
orilla de un río. Iban tan adormecidos hasta que el río los arrastró y
desapareció a todos.
Esa noche
los habitantes de Hamelin más alegremente comieron y cantaron.
La cosecha
venidera fue mala y los esforzados habitantes apenas tenían que comer. Fue
entonces cuando apareció el flautista mágico a pedir lo que le correspondía, a
lo cual los habitantes se negaron a darle, puesto que apenas alcanzaba para
comer con sus familias.
El
flautista mágico enojóse mucho que amenazó al pueblo. Después de un hora llegó
al centro del pueblo Hamelin y de un toque de flauta hizo que todos los niños
le obedecieran al igual que los ratones. A pesar de las súplicas y los ruegos
de todos sus padres para que sus hijos regresaran, ninguno hizo caso, siguiendo
todos la música triste y adormecedora del flautista mágico, quien los llevó a
no sé qué sitio sin que nunca sus padres pudieran encontrar.
EL FLAUTISTA DE HAMELIN (HISTORIA ALTERNATIVA) por Javier Enrique Sarmiento Benites
Hamelin
era un pueblo donde la prosperidad se contraponía con singular nitidez con la
pobreza. La riqueza de unos cuantos señores estaba concentrada en los grandes
graneros, despensas y almacenes de que éstos disponían y que cuidaban con el
mayor de los celos. El alcalde, como todos, era un hombre, consonante con la
personalidad de los grandes hacendados y tenientes de riquezas; es decir,
comía, bebía (en él la gula alcanzaba su pleno) y organizaba formidables
fiestas con el dinero que recaudaba de los pobres pobladores que se crispaban
de hambre y miseria en la periferia del pueblo.
Un
joven flautista, de procedencia adinerada, había decidido apartarse de este modus vivendis por considerarlo pródigo,
despilfarrador y mezquino. Sin llevar pertenencias de ninguna clase, se había instalado cómodamente en una de las cuevas de un monte alejado, famosas por albergar
centenares de ratones y, por lo mismo, temidas por toda la comarca, y empezó a
establecerse dentro de un régimen riguroso y austero. Desde su cueva, ubicada
en lo alto de una montaña escabrosa, donde, desde luego, había comenzado a
convivir con los pequeños ratones y domesticarlos, descubriendo que no eran tan
agresivos como se comentaba en todos los pueblos, observaba diariamente el
desenvolvimiento rutinario del pueblo. Oteaba a la distancia cómo los ricos
continuaban organizando fiestas y derrochando cantidades inconmensurables de
dinero, y divisaba también como la zona de los pobres se infestaba cada día más
de pobreza y miseria inimaginables.
Cierto
día, luego de haberse dejado llevar por el sonido cadencioso de su flauta, que
había aprendido a tocar a los diez años, el muchacho decidió que, si bien los
viejos señores eran hombres corruptos e incorregibles, él no debía permitir que
los niños siguieran esta mala crianza. Decidió, luego, darles una lección a sus
antiguos vecinos. Preparó un plan en complicidad con sus ratones, el cual
consistía en enviar a los ratones a la villa de Hamelin para simular que una
horrenda peste de pequeños roedores se había apoderado del pueblo y colocado a
los grandes señores en un estado de febril actividad y penosa lucha. Envió,
entonces, a sus ratones a dicha misión bajo la orden de saquear y comerse todo
lo que encontraran en los almacenes, despensas y graneros.
Entonces,
aquel mismo día, los tranquilos hacendados de Hamelin vieron bajar desde la
montaña lejana una masa compacta de ratones que corrían en dirección de la
ciudad. El alcalde, alarmado, avisó a todo el pueblo. Para cuando todos
estuvieron enterados de la hazaña de los ratones, ya era muy tarde: los
diminutos ratones habían hecho presa fácil de la villa y comían todo el
alimento que encontraban al paso. En un único día, la terrible plaga de
pericotes habíase comido más de la mitad de las riquezas de la villa.
Angustiado,
el viejo alcalde llamó a consejo a todos los pobladores –ricos y pobres– de
Hamelin para comunicarles el estado crítico de la situación y determinar cuanto
antes una rápida decisión que acabara con la peste maligna de ratones.
–Ofrezco
que se le entreguen cien monedas de oro en dinero contante y sonante al hombre
que elimine de raíz esta peste –dijo el alcalde, en tono solemne.
–De
acuerdo –asintieron los lugareños–. Necesitamos una solución rápida y eficaz
que frene toda esta ruina que se aproxima.
La
noticia de las cien monedas de oro ofrecidas llegó, se ignora de qué manera,
hasta los oídos del joven ermitaño. Satisfecho por el resultado de su plan, se
propuso concretar la segunda parte del mismo. Bajó al pueblo solo con su flauta
y se presentó en el edificio de la antigua alcaldía, ante el asombro de los
pobladores, quienes nunca habían visto a tan extravagante personaje visitando
las “modestas” comarcas de Hamelin.
–Tengo
un plan para salvar al próspero pueblo de Hamelin –dijo el joven flautista. Se
sentía muy contento al comprobar que nadie de sus antiguos vecinos ricos lo había
reconocido. Habían pasado muchos años y el tiempo había hecho su trabajo en el
joven, escondiéndolo de las astutas miradas de las autoridades del pueblo–.
Pero dadme vuestra palabra de honor de que me daréis las cien monedas de oro ofrecidas.
El
alcalde lo escrutó con sus diminutos ojos y esbozó una sonrisa desagradable. “Este muchacho tiene el aspecto
de un joven iletrado y, por tanto, estúpido. Será fácil engañarlo”, reflexionó.
Inmediatamente, respondió, con tono irónico:
–Tened la seguridad de que cumpliré mi promesa. Haced lo acordado y cumplid vuestra parte del
trato, que yo haré lo respectivo con la mía.
El
joven flautista se rió para sus adentros, una vez más satisfecho de la eficacia
de su inteligente plan. Conocía al alcalde desde que habitaba en convivencia
con los ricos y sabía de las múltiples violaciones a su palabra, y conocía asimismo de la
ambiciosa posición de alcalde que procuraba mantener con tratos subrepticios y
corruptos su estatus social.
Salió
el joven al pueblo y se plantó en medio de la hermosa plaza, cuyos arbustos, a
esa hora, en el remanso de la tarde plácida, se agitaban acompasados por el
murmullo suave del viento. Tomó su quena y empezó a soltar unas notas dulces y
melancólicas al aire. Hombres, mujeres, niños y ancianos, al oír tan triste y
hermosa melodía, no hicieron sino olvidar sus penurias y angustias de los
últimos días y dejarse penetrar por tan elegante manera de tocar la flauta.
A
poco, los ratones comenzaron a arribar a la plaza, seducidos por el triste
llanto de la flauta. Entretanto, el flautista continuaba maniobrando sin cesar
y con delicadeza y experiencia su humilde flauta fabricada con la tosca madera
de un sauce y pulida por sus propias manos. Cuando absolutamente todos los
ratones que habían sido el desconcierto y la inquietud de todo el pueblo
hubieron llegado a la plaza, el joven flautista se echó a andar, siempre
tocando la flauta, en dirección de la colina de donde había descendido, con los
ratones desfilando tras él, extrañamente sugestionados.
Los
señores ricos de Hamelin, al ver a la distancia que el joven flautista se
perdía tras las lomas verdes, se alborotaron de felicidad y organizaron una
fiesta para celebrar la partida de los ratones de su pueblo. La tranquilidad
volvió al pueblo de Hamelin, con su acostumbrada escisión entre ricos y
miserables.
Días
después, el joven flautista volvió a presentarse ante el viejo edificio para
reclamar las cien monedas de oro acordadas:
–Largaos de mi vista –repuso el alcalde, atusándose el repugnante bigote que lucía sobre
los labios gruesos–. Nos gastamos el dinero destinado a vos en preparar la
fiesta de celebración de aquel día.
El
joven flautista sabía, por supuesto, que era mentira lo que el viejo alcalde
decía. Resolvió no insistir más y, volviendo sobre sus pasos, se marchó sin
decir más.
Pero
el joven estaba absolutamente satisfecho con los éxitos del plan. Sin embargo,
faltaba algo más para que todo lo planeado hubiera madurado en su máxima
expresión.
Dos
días después retornó al pueblo con su flauta y se plantó, como en la ocasión
anterior, en medio de la plaza de Hamelin a tocar su flauta. Los pobladores
supusieron descabellada su actitud y principiaron a murmurar entre ellos que
estaba demente. Sin embargo, el estupor se adueñó de ellos al observar, con una
expresión de profundo desconcierto en sus rostros, que todos los niños de la
linda comarca de Hamelin acudían al triste sonido de la flauta, con las miradas
extraviadas y a paso lento, como en procesión. Los habitantes, en conciencia
unánime, comprendieron: el flautista estaba cobrando su ayuda de manera
perversa, llevándose a los niños de igual manera que atrajo a los ratones.
El
flautista sin despedirse, siempre tocando la flauta, se llevó a los pequeños,
al igual que a los roedores, cuesta arriba, donde se ubicaba su cueva.
En
el pueblo de Hamelin, desde entonces, hasta hoy, se oyen llantos de mujeres
durante la noche, reclamando a sus hijos, gimiendo, y maldiciendo al joven
flautista, quien, entretanto, se regocijaba de haber salvado a los niños de la
mala crianza de los hacendados mezquinos y frívolos, y haber ubicado a todos
los pequeños en sendas cuevas junto a una flauta que el mismo joven había
fabricado a montones. Desde entonces, el llanto de las mujeres soberbias de
Hamelin se confunde con el suave y agudo silbido de cada flauta.
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